VIACRUCIS CATEDRAL DE COBÁN


QUINTA ESTACIÓN
El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz
Te adoramos oh Cristo y te bendecimos
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús
(Lc 23,26).

Meditación
Te veo, Jesús, aplastado bajo el peso de la cruz. Veo que tú solo no puedes; precisamente en el momento de más dificultad, te has quedado solo, ya no están los que se decían amigos tuyos: Judas te ha traicionado, Pedro te ha renegado, los otros te han abandonado. Pero de repente sucede un encuentro imprevisto, alguien, un hombre cualquiera que tal vez te escuchó hablar pero no te siguió, ahora está aquí, a tu lado, hombro con hombro, para compartir tu yugo. Se llama Simón y es un extranjero que viene de lejos, de Cirene. Hoy, para él, es algo inesperado, que se le revela como un encuentro.
Son infinitos los encuentros y desencuentros que vivimos cada día, sobre todo para nosotros, los jóvenes, que entramos continuamente en contacto con realidades nuevas, con nuevas personas. Y en el encuentro inesperado, en lo accidental, en la sorpresa desconcertante, es donde se esconde la oportunidad para amar, para reconocer lo mejor del prójimo, aun cuando nos parezca diferente.
Jesús, algunas veces nos sentimos como tú, abandonados por los que creíamos que eran nuestros amigos, bajo un peso que nos aplasta. Pero no debemos olvidar que hay un Simón de Cirene dispuesto para cargar con nuestra cruz. No debemos olvidar que no estamos solos, y esta certeza nos dará la fuerza para hacernos cargo de la cruz del que está a nuestro lado.
Te veo, Jesús: ahora parece que sientes un poco de alivio, ahora que ya no estás solo puedes respirar por un instante. Y veo a Simón: quién sabe si ha experimentado que tu yugo es ligero, quién sabe si se da cuenta de lo que significa ese imprevisto en su vida.
Oración
Señor, te pido que cada uno de nosotros
encuentre el valor para ser como el Cireneo,
que toma la cruz y sigue tus pasos.
Que cada uno de nosotros sea tan humilde y fuerte
para cargar con la cruz de los que encontramos.
Que cuando nos sintamos solos
podamos reconocer en nuestro camino un Simón de Cirene
que se detiene y carga con nuestro peso.
Concédenos que sepamos buscar lo mejor de cada persona,
y de abrirnos a cada encuentro incluso en la diversidad.
Te pido para que todos nosotros
podamos encontrarnos inesperadamente a tu lado.
Padre Nuestro…